viernes, 13 de enero de 2012

Como si no fueran los hombres los que se regodean con las grandes palabras: honor, hombría, orgullo... mientras las mujeres nos pasamos la vida arreglando sus desperfectos, luchando por ellos y por nosotras, y para eso no sirve de nada el orgullo, para eso lo que hace falta es lo que nosotras tenemos: fuerza, tenacidaz, dignidad... eso si son cosas de mujeres.



Siempre acaba saliendo el maldito orgullo, por el simple echo de ser hombres, se ven abocados a meterse en callejones sin salida, hasta el fondo, hasta el dolor. ¿Qué pasa cuando no saben salir de uno de esos callejones?. Pues que allí estamos nosotras, las mujeres, evitando que se den el golpe, tomando decisiones cuando hay que hacerlo, entegándonos enteras al presente, sin temor, arrinconando el miedo, dejando atrás el pasado sin girarnos a mirarlo.

Así somos las mujeres, capaces de olvidarlo todo para sobrevivir, capaces de afrontar el dolor y la pérdida con entereza, seres dignos, altivos, nobles... Y no nos preocupa que podamos aparentar ser frágiles, a ellos, en cambio, les dejamos que aparenten ser fuertes porque son frágiles. Somos mujeres, mujeres, seres que miran cara a cara a la vida, que miran cara a cara a la muerte

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